Hígado:
Al hígado se le conoce como el laboratorio del cuerpo humano. Es parte del sistema digestivo, y su papel principal va ligado a la metabolización de los nutrientes de la comida. También es el encargado principal de descomponer las diferentes sustancias que pueden causar problemas a nuestro organismo.
El hígado es la glándula más grande del cuerpo. Ubicado debajo del diafragma, más hacia la derecha del cuerpo, se halla por encima del estómago y lo cubre casi por completo.
Presenta cuatro lóbulos y está suspendido desde el diafragma y la pared abdominal mediante un delicado cordón del mesenterio, el ligamento falciforme. Es uno de los órganos más importantes del organismo.
Posee muchas funciones metabólicas y reguladoras; sin embargo, su función digestiva es la producción de bilis, que es una solución acuosa entre amarilla y verde que contiene sales y pigmentos biliares (principalmente bilirrubina, un producto de la descomposición de la hemoglobina), colesterol, fosfolípidos y una variedad de electrolitos.
De estos componentes, sólo las sales biliares (derivadas del colesterol) y los fosfolípidos ayudan en el proceso digestivo.
La bilis abandona el hígado a través del conducto hepático común y entra en el duodeno a través del conducto biliar, no contiene enzimas, pero sus sales biliares emulsionan las grasas mediante la descomposición física de grandes glóbulos de grasa en otros más pequeños, de modo que ofrece una zona superficial mayor para que trabajen las enzimas que digieren las grasas.
El hígado es un órgano vital en el cuerpo humano y está compuesto por varias partes y estructuras. Aquí están algunas de las partes principales del hígado:
Lóbulos hepáticos:
El hígado está dividido en lóbulos, siendo los dos lóbulos principales el lóbulo derecho y el lóbulo izquierdo. El lóbulo derecho es más grande que el izquierdo.
Lobulillos hepáticos:
Dentro de los lóbulos hepáticos, hay unidades funcionales llamadas lobulillos hepáticos. Cada lobulillo hepático contiene células hepáticas (hepatocitos), vasos sanguíneos y conductos biliares.
Vena porta:
La vena porta es un vaso sanguíneo que lleva sangre rica en nutrientes desde los intestinos y el estómago hasta el hígado. Esta sangre es procesada por el hígado antes de ser distribuida al resto del cuerpo.
Conductos biliares:
El hígado produce la bilis, que se almacena en la vesícula biliar y luego es liberada a través de los conductos biliares. Estos conductos transportan la bilis hacia el intestino delgado, donde ayuda en la digestión de grasas y elimina productos de desecho.
Hepatocitos:
Los hepatocitos son las células funcionales del hígado, es decir, las que están especializadas en cumplir con las funciones hepáticas que hemos visto anteriormente. De hecho, el 80% del hígado consiste en estas células.
Arteria hepática:
La arteria hepática lleva sangre oxigenada al hígado y suministra oxígeno a las células hepáticas.
Conducto hepático común:
Este conducto transporta la bilis del hígado y de la vesícula biliar hacia el intestino delgado, donde ayuda en la digestión.
Ligamentos hepáticos:
Hay varios ligamentos que conectan el hígado con otras estructuras en la cavidad abdominal, como el ligamento falciforme, el ligamento redondo del hígado y el ligamento coronario.
Enfermedades Hepáticas:
Hepatitis viral:
La hepatitis es una inflamación del hígado causada por virus (A, B, C, D o E), que puede ser aguda o crónica y afectar la función hepática. Los síntomas incluyen fatiga, ictericia, dolor abdominal y náuseas.
Cirrosis hepática:
Es una afección crónica en la cual el tejido hepático sano se reemplaza gradualmente por tejido cicatricial, lo que dificulta el funcionamiento adecuado del hígado. Puede ser causada por el consumo excesivo de alcohol, hepatitis crónica u otras enfermedades hepáticas.
Esteatosis hepática (hígado graso):
Se caracteriza por la acumulación de grasa en las células hepáticas, lo que puede conducir a la inflamación y daño hepático. Puede ser causada por la obesidad, la diabetes y el consumo excesivo de alcohol.
Enfermedad hepática alcohólica:
Es el resultado del consumo crónico y excesivo de alcohol, lo que puede causar inflamación, cicatrización y daño al hígado. Puede progresar a cirrosis y otras complicaciones graves.
Enfermedad hepática autoinmune:
El sistema inmunológico ataca por error las células hepáticas, lo que puede llevar a la inflamación y daño hepático. Puede ser crónica y requiere tratamiento médico.
Hemocromatosis:
Es una enfermedad genética en la que el cuerpo absorbe y acumula demasiado hierro, lo que puede dañar el hígado y otros órganos con el tiempo.
Enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD):
Similar a la esteatosis hepática, pero no está relacionada con el consumo de alcohol. Puede progresar a inflamación y cirrosis en casos graves.
Hepatitis autoinmune:
Es una enfermedad en la que el sistema inmunológico ataca el hígado, causando inflamación y daño. Se desconoce la causa exacta, pero es tratable con medicamentos inmunosupresores.
Colangitis esclerosante primaria (CEP):
Es una enfermedad crónica en la que los conductos biliares dentro y fuera del hígado se inflaman y se estrechan, lo que puede llevar a la cirrosis.
Tumores hepáticos:
Incluyen tumores benignos como el adenoma hepatocelular y el hemangioma, así como tumores malignos como el carcinoma hepatocelular y el colangiocarcinoma. Los tumores malignos pueden ser agresivos y requerir tratamiento especializado.